Barreras
policiales: El problema no es jurídico
Casi me siento
obligado a escribir algunas reflexiones, luego de los últimos acontecimientos
que concitaron la atención de la opinión pública, y que me han tenido como uno
de sus promotores.-
La producción de
un programa televisivo mostro interés en las críticas que – desde hace largo
tiempo – hago a los “sistemas de control” a los que somos sometidos los
habitantes de nuestro país por distintos órganos de la fuerza pública.-
Policía Nacional,
Caminera, Municipal de Tránsito, sin contar con otros cuyo ámbito de afectación
es más restringido, como Dinatrán, Senacsa, etc., han adoptado como modalidad de “trabajo”,
barreras, cortes de ruta, retenes, barricadas o como quiera llamársele, con la
falsa excusa de que constituyen métodos válidos de prevención.-
La justificación es
falsa, pues la realidad demuestra lo contrario, las Barreras tienen como propósito
único y exclusivo reprimir.-
Cuando la Policía
Nacional nos detiene para controlar de documentos de identidad, nada previene, la
realidad es distinta, lo que procura es dar cumplimiento a las órdenes de
detención, que en número superior a veinte mil, se encuentran pendientes de
cumplimiento, debido única y exclusivamente a su propia negligencia, a su irresponsabilidad
y a la falta de cumplimiento del deber que le asigna la Constitución Nacional,
que es perseguir a los delincuentes y dar cumplimiento a las órdenes
judiciales.-
Debiendo salir a
la búsqueda de los requeridos por la Justicia, no lo hacen, prefieren
instalarse al costado de calles, rutas y caminos a esperar que el “prófugo”
pase por dicho lugar, para prenderlo. Es decir, están “de pesca”.-
Para ello, detienen,
molestan y fastidian a miles de ciudadanos que nada deben a la Justicia. Los
humillan, sometiéndolos a todo tipo de vejaciones, y hasta – en algunos casos –
exigiéndoles pagos ilegales.-
Pero lo peor de
todo, es que, en todos los casos, violan el derecho fundamental de todo
habitante de la República a no ser detenido, sino en virtud de orden escrita de
autoridad competente (salvo flagrancia).-
Las estadísticas
oficiales demuestran que el sistema de “control” es un fracaso, no solamente
por su ilegalidad, sino porque los índices de detenidos son ínfimos, casi
podría decirse, despreciables.-
Si las barreras
fueran eficaces, los índices serían importantes, y el funcionamiento del
sistema podría tener alguna justificación racional, aunque no jurídica.-
Con las Policías de
Tránsito, tanto Caminera, como Municipales, ocurre otro tanto. So pretexto de “control
de rutina” y con la misma excusa de la prevención, utilizan igual método para
reprimir, recaudar, extorsionar y obtener beneficios económicos ilegítimos.-
Si fuera cierto
que el propósito es sacar de circulación a conductores ebrios, se hubieran
limitado a realizar controles de alcoholemia y nada más. Pero, no es así,
exigen exhibición de documentos de identidad, de propiedad del automóvil, su
habilitación, extintores, balizas, etc., es decir, pretenden controlar si el
conductor está al día en el cumplimiento de obligaciones de carácter
administrativo, para, en caso contrario, imponer multas o exigir sobornos y
nada más.-
Si fuera cierto
que el propósito es la prevención de accidentes provocados por conductores
ebrios al volante, los resultados perseguidos hubieran sido otros y no solo la
imposición de multas y la obtención de donaciones en carácter de “reparación
social del daño”.-
Otra vez las
estadísticas oficiales se encargan de demostrar la mentira, la falsedad y la
corrupción. Ningún conductor ebrio ha recibido condena Judicial. Ningún
conductor ebrio se encuentra preso, purgando una condena por tal motivo.-
El Art. 217 del
Código Penal paraguayo contempla hasta 2 años de pena privativa de libertad
para quienes conducen sin estar en condiciones físicas para hacerlo como
consecuencia de la ingesta de alcohol.-
Dos años de cárcel
es mucho, pero es lo que la ley dice y hay que cumplirla. “Dura Lex Sed Lex,
afirmaban los romanos, pero ello no ocurre en el Paraguay. Aquí, la
pervertimos, la prostituimos y la convertimos en un instrumento de recaudación,
de soborno y hasta de lucimiento personal de algunos funcionarios del Estado.-
Los
acontecimientos ocurridos en los últimos días, han desnudado ante la opinión
pública la realidad. Una realidad que evidencia como el Estado y sus “órganos de
seguridad” se resiste a abandonar una práctica viciosa, ilegal y corrupta.-
Los hechos son
anecdóticos y quienes nos hemos visto
envuelto en ellos, meros actores de reparto. Lo fundamental, lo trascendente,
lo que nos motiva al análisis y la reflexión es el montaje de aparatos
estatales destinados a la sistemática violación de derechos ciudadanos de rango
constitucional.-
Un ciudadano
detenido por “orden verbal” de un Agente Fiscal, en violación a la Constitución
Nacional y las leyes que la reglamentan por haberse resistido a la vejación y
humillación que representa ser sometido a controles como si se tratara de un
peligroso delincuente, a pesar de no haber cometido delito, infracción o falta
alguna.-
Días después,
otro ciudadano privado de su libertad, castigado físicamente, maltratado y
humillado injustificadamente, por el solo hecho de haber requerido de la
autoridad policial una explicación sobre el motivo por el que lo detenían en la
vía pública, para someterlo a un “control”.-
Podríamos decir,
que con su conducta las Autoridades del Estado violan los Arts. 12 y 17 de la
Constitución Nacional, que violan las leyes que reglamentan sus disposiciones,
que violan nuestros derechos civiles, nuestros derechos ciudadanos, nuestros
derechos humanos, pero saldrán (como de hecho ocurre) otros que pretenden lo
contrario, que procuran justificar con citas legales o con “razonamientos” jurídicos
la conducta de aquellos.-
Pero, luego de
leer y reflexionar sobre críticas y defensas, lo que dicen y piensan aquellos
que están a favor y en contra, he llegado a la conclusión de que el problema no
es de carácter jurídico.-
No es un debate o
discusión que deba reducirse a establecer cuál es la ley aplicable o como deba
ser interpretada, el problema es otro. El problema es ciudadano y refiere a
definir qué es lo que queremos, que es lo que procuramos, que clase de sociedad
pretendemos para nosotros, para nuestros hijos y nietos. Es un problema de
carácter ideológico, no jurídico.-
Dos modelos
distintos se enfrentan. Uno, el de un Estado que todo lo puede ante el
ciudadano que todo lo debe y el otro el de un ciudadano libre frente a un Estado
que lo protege en todos los casos, aun cuando su conducta es equivocada.-
Por un lado, el
Estado Totalitario frente a ciudadanos indefensos, y por el otro, ciudadanos
soberanos frente a un Estado a su servicio.-
La Constitución
Nacional dice que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario mediante
Sentencia, firme y ejecutoriada, dictada por un Juez competente.-
Nuestras autoridades
dicen lo contrario. Dicen que nos pueden detener por seis horas sin orden
escrita de autoridad competente, ni flagrancia, con el argumento de la mera
sospecha. Lo dijo ayer el Comisario Inocencio Machado a los medios de prensa.-
El Comisario
Machado, los Agentes Policiales que detuvieron al joven Fuertes y los que nos
detienen todos los días en barreras y retenes, robándonos nuestra libertad,
siguen en sus puestos. No han sido suspendidos, separados de sus cargos,
siquiera se les llamó la atención por sus superiores jerárquicos o los
responsables políticos de sus respectivas áreas.-
Si siguen en sus
puestos y si siguen con sus prácticas, es sencillamente porque sus superiores jerárquicos
y las autoridades políticas de quienes dependen, los apoyan, piensan de la
misma manera y se encuentran satisfechos con su labor, y esto es grave, pues
refleja y evidencia que clase de Estado pretenden consolidar.-
Un Estado que
sigue el paradigma de la Santa Inquisición, en el que los ciudadanos nacen con
el “pecado original” de la sospecha y requieren del “bautismo” del control para
convertirse en inocentes. De la contrario la cárcel, el potro, el tormento o la
hoguera.-
Por eso, líneas arriba decía, este no es un problema jurídico, es ideológico. Es la sociedad la que reclama el respeto de a sus derechos ciudadanos y la devolución de su libertad, porque, así como decía el 28.º presidente de los Estados Unidos de América, Thomas Woodrow Wilson “LA HISTORIA DE LA LIBERTAD ES LA DE LA LUCHA POR LIMITAR EL PODER DEL GOBIERNO”.-
jorge ruben vasconsellos
abogado
P.D.: “El hombre que no es capaz de luchar por la libertad, no es un
hombre, es un siervo”. (Georg Wilhelm Friedrich Hegel; filósofo aleman)