Al pie del árbol de Navidad
El fin de un año, y el inicio de otro, no es
más que un episodio cíclico, que representa el momento en que la tierra
completa una vuelta en su órbita alrededor del sol, sin embargo, desde tiempos
inmemoriales, se ha convertido en motivo de trascendente celebración en la vida
de los hombres.-
Más allá de que, otras culturas y religiones
no participan de la celebración, ni se rigen por el calendario Gregoriano, y
tengan otras fechas de celebración, todos coinciden en elaborar un recuento y
balance del año que termina, e imponerse metas, expresar deseos y elaborar
proyectos para el año que se inicia.-
Si dedicados a esa tarea, sometemos a examen
los logros y fracasos de nuestro sistema judicial, debemos de coincidir, que
los eventos registrados durante el año que concluye, no pueden arrojar un
resultado positivo.-
El número – cada vez más creciente – de
presos sin condenas, constituye uno de los déficits más importantes de una Administración
de Justicia que no ha sabido cumplir con el rol que la Constitución Nacional de
asigna.-
En medio de ello, la mora y la corrupción,
continúan gozando de buena salud, al punto que en los últimos meses se ha
desatado – quizás – uno escándalos más representativos del nivel de
putrefacción al que podría llegarse, cuando tomó estado público la
injustificada e injustificable obstrucción provocada por un Magistrado
procurando que un recluso condenado por narcotráfico sea trasladado desde su
lujosa celda, a otro sitio de mayor seguridad.-
El escándalo producido, además del cambio de
la entonces Ministro de Justicia, no arrojó otro resultado. Hasta hoy, ningún
procesado y menos, condenado.-
Poco después, comenzaron a aparecer exhortos
librados por la Justicia Brasilera, por los cuales solicitaba colaboración
judicial para la persecución de delitos similares, que habían sido cajoneados,
congelados o como quiera llamarse, y cuando todos esperábamos que aquellos
mismos Fiscales que se han mostrado rigurosos e inflexibles con ladrones de
gallinas o lechugas, que protagonizaron pomposas conferencias de prensa para
alardear de sus logros en la lucha contra la delincuencia, desviaron la mirada,
y – una vez más – se dedicaron a perseguir subalternos.-
El año que termina, nos deja el sabor amargo
de una terrible realidad que nos ilustra con toda crudeza como vamos perdiendo
en la batalla por la ética, la moral, la decencia, el derecho y la justicia.-
El crimen organizado y las grandes
organizaciones mafiosas transnacionales han avanzado, desplazándose desde las
fronteras, donde tradicionalmente operaban, sentando plaza en la Capital de la
República, ocupando espacios, nada menos que en la sede central del Poder
Judicial.-
Cuando creíamos que la infiltración de la
mafia en las actividades político-partidarias era el límite de la expansión de
estos grupos criminales, dando origen a lo que fue bautizado como
narco-política, pudimos constatar – en el año que concluye – la aparición de
una nueva especie: los narco-jueces.-
Es cierto que con anterioridad se han dado
casos de Jueces y Fiscales salpicados por hechos de corrupción vinculados con
esta actividad delictiva. Pero, es cierto también que la acción de la Justicia
no resultó eficiente y aleccionadora con estos y otros escándalos de
corrupción.-
En el recuento general de los últimos quince
o veinte años, encontramos tres, o a lo sumo cuatro Fiscales procesados y
condenados a penas menores, por hechos de corrupción, a pesar de que ésta sea
una práctica extendida y profundamente arraigada. Jueces condenados, no
recuerdo.-
Es que la vara utilizada por la Justicia para
medir la gravedad de las inconductas de sus miembros, es distinta a la que se
aplica al resto de los ciudadanos. Una verdadera corporación judicial genera
los medios necesarios para repartir impunidad, indulgencia y complicidad.-
Mientras tanto, el Fiscal General del Estado
y los Ministros de la Corte Suprema de Justicia, dedican tiempo y esfuerzo a
organizar y participar de cuanto acto público tengan al alcance de la mano,
desarrollando actividades que podrían hacer avergonzar a más de un político.-
La página web oficial de ambas instituciones,
y sus cuentas en redes sociales se parecen más a las páginas sociales de medios
de prensa escrito, que a instrumentos modernos destinados a hacer saber a la
ciudadanía el resultado de la labor que específicamente corresponde a cada una
de ellas, al contrario de lo que ocurre
con los sitios de internet y canales televisivos del Poder Judicial en otros
países de la región y el resto del mundo.-
Al cerrar el balance del año que concluye, el
sistema judicial arroja un balance negativo y extremadamente peligroso para la
ciudadanía, la democracia y la forma republicana de gobierno que hemos adoptado
como sistema de vida y método de convivencia social.-
Resulta necesario reflexionar sobre la
situación que atravesamos, para que nuestras autoridades tomen conciencia de la
necesidad de encarar una reforma profunda de la estructura del sistema judicial
paraguayo.-
Es hora que se percaten que corren el riesgo
de perder hasta los pequeños privilegios que ostentan, si sigue el acelerado
deterioro de nuestra Administración de Justicia, y que, la corrección de estos
graves problemas no se obtendrán como un regalo puesto al pie del arbolito de
navidad, sino que requerirán de mucho esfuerzo, honestidad y patriotismo.-
Jorge
Rubén Vasconsellos