Algo más que una reelección
Para analizar con objetividad los hechos que
vienen registrándose en nuestro país, desde hace alrededor de un año, cuando el
tema de la “reelección” presidencial se instaló definitivamente en el debate
político, debemos evitar caer en el simplismo.-
No podemos preguntarnos si la vida de Rodrigo
Quintana, se justifica para seguir con el proyecto de Reelección, o si la quema
del Edificio del Congreso es motivo para abortarlo.-
La vida de cualquier ciudadano es muy valiosa,
para que se la considere moneda de cambio, en una mesa de negociación política.
Pero su memoria y las desgraciadas circunstancias en que fue segada, deben
constituir el fundamento moral para trabajar por la búsqueda del
restablecimiento de la paz social severamente quebrantada durante los últimos
días.-
Pero el análisis objetivo de los hechos
ocurridos, y las proyecciones a futuro de sus consecuencias, no alientan la
esperanza de que ello ocurra, a corto plazo, siquiera a mediano, porque aquí y
ahora se están enfrentando dos sectores que encarnan un mismo modelo, aunque
pudiera parecer otra cosa, o algo distinto.-
Ello es así, porque los referentes principales
del oficialismo, al igual que los de la oposición (incluida la disidencia) quieren
la reelección. Lo único que los diferencia es que los primeros quieren la
reelección de Cartes, y los otros quieren la reelección, sin Cartes.-
En pocas palabras, y aunque hubiera preferido
que el centro de la discusión sea la reelección si o reelección no, en esencia,
la discusión se reduce a la posibilidad de reelección de Cartes.-
Si se tratara solo de eso, es decir, de la
reelección de Cartes, el problema sería mucho más sencillo, pero no lo es. Se
trata del vigoroso resurgir de ideas, proyectos y discursos que creíamos definitivamente
sepultados.-
La creencia de que los individuos son más
importante que las Instituciones y la “cultura” del mesianismo, han
reverdecido, y casi todos los sectores políticos, junto con gran parte de la
sociedad, apuestan a la reelección, de unos u otros.-
Sin embargo, soberbios, infatuados, ebrios con
el poder del dinero y obsesionados con el dinero del poder, guardan celosamente
como vergonzoso secreto, el propósito último de sus proyectos: Asegurarse –
cuando menos – los próximos dos periodos presidenciales.-
Es ingenuo aquel que cree honestamente que –
sea Cartes, sea Lugo o Duarte Frutos – al concluir los primeros cinco años de
mandato, irá a su casa, se dedicará a sus empresas, a sus familias o a otros
asuntos particulares.-
Todos aquellos juraron cumplir y hacer cumplir
la Constitución, al asumir el primer periodo de Gobierno, que les cupo
desempeñar. Y todos han intentado la prohibida reelección, optando por el
camino de la enmienda, porque el de la reforma les representa riesgos.-
El riesgo de que una Asamblea soberana no pueda
ser controlada durante todo el tiempo; el riesgo de que las “cotizaciones” se
disparen; el riesgo que se introduzcan otras modificaciones que no resulten del
agrado de los reeleccionistas; el riesgo de que se limite el tiempo de duración
del mandato o que se incluyan cláusulas que resuelvan el problema de la
“retroactividad” de la norma.-
Quizás sea este el punto más relevante, si
recordamos las Disposiciones Transitorias incluidas en nuestra Constitución de
1992, cuyo Art. 19 dispuso: “…A los
efectos de las limitaciones que establece esta Constitución para la reelección
en los cargos electivos de los diversos poderes del Estado, se computará el
actual período inclusive…”.-
Si una Asamblea Constituyente, instalada para
reformar la Constitución Nacional incluyera una disposición similar, los
proyectos de perpetuarse en el poder, o cuando menos dos periodos de cinco
años, que esconden los propulsores de la enmienda, irían directamente al
basurero de la historia.-
Una reforma resulta “mucho más interesante y
segura”, disipa cualquier riesgo y permite que los aparatos electorales se
encarguen del resto, dejando “que la gente decida” (solamente) dentro de los márgenes que ellos
mismos han delimitado.-
El paquete cerrado que solo admite el “si” o el
“no”, no representa riesgo alguno. Por el contrario, permite que – sea quien
sea el reelecto – dentro de cinco años y medio, nos cuente nuevamente lo bueno
que fue su gobierno, e invoque el respeto al Art. 14 de la Constitución
Nacional (Ninguna Ley tendrá efecto
retroactivo, salvo que sea más favorable al encausado o al condenado), de
cuya violación disfrutó, para acceder a un segundo mandato.-
Ya lo he señalado en más de una oportunidad, no
soy partidario de la reelección, por diversos motivos, que no vienen a cuento
en esta ocasión, pero, si su restablecimiento es inevitable, la figura debe ser
rodeada de todas las medidas de seguridad necesarias, para impedir que la
reelección autorizada por una (ilícitamente) Constitución enmendada se convierta
en una puerta que abra paso a la re-reelección, tal como ocurrió en la
Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela, y varios otros.
La verdad del momento se objetiva en un
proyecto que para lograr su éxito, esta prendiendo fuego a las Instituciones
Republicanas, al lado mismo del Edificio del Congreso consumido por las llamas.
Los autores de uno y otro incendio, vándalos de igual calibre.-
Porque lo que está en juego, hoy y ahora, no es
sencillamente una reelección, es la destrucción de nuestro frágil modelo
Republicano.-
Jorge
Rubén Vasconsellos