Es hora de hablar claro
Después del 3 de febrero de 1989, derrocado Stroessner, Andrés Rodríguez asumió – primero – como Presidente provisional del Paraguay, y luego, fue electo en comicios generales para completar el periodo presidencial 1988-1993.-
En ese clima posrevolucionario, la Convención Nacional Constituyente sancionó y promulgó la nueva Constitución Nacional el 20 de junio de 1992, proscribiendo del sistema jurídico-político la figura de la reelección.-
El propósito inmediato, era evitar que el prestigio que ganara el Gral. Rodríguez como líder de la gesta revolucionaria de febrero del ´99 y responsable de la conducción del proceso de instauración de libertades públicas (sin precedentes en el país) pudieran brindarle la oportunidad de ser reelecto.-
El mediato: cerrar todas las puertas que pudieran conducirnos a un pasado reciente, marcado por la reelección indefinida.-
Lo sucedió el Ing. Juan Carlos Wasmosy, quien tampoco fue tentado por la idea de la reelección, al igual que lo fueron Raúl Cubas, y su reemplazante Luis Ángel González Macchi.-
Sin embargo, con el avenimiento de Nicanor Duarte Frutos (2003-2008) se instaló la idea de restablecer la reelección, iniciándose un debate que se extendió durante el mandato de Fernando Lugo (2008-2012), silenciándose durante el año posterior, cuando Federico Franco lo reemplazó, para reinstalarse con más fuerza al concluir la primera mitad del Gobierno de Horacio Cartes.-
Este debate no es nuevo, y desde el principio han participado (casi sin excepción) todos los sectores políticos. El centro de la discusión, desde entonces se ha limitado a las formas y procedimientos que debían seguirse para lograr la modificación del Art. 229 de la Constitución Nacional.-
Algunos sostenían que la reforma era el único camino, mientras otros, que con la enmienda podía obtenerse el mismo resultado. Lo llamativo es el cambio de posiciones (no de criterios) de quienes sostenían antes lo primero y satanizaban lo segundo, al mismo tiempo que quienes sostenían lo segundo, hoy se defienden la tesis contraria.-
Cerca de diez años de discusión estéril no han servido absolutamente para nada, pues la estrechez y la visión de corto plazo de los protagonistas han limitado el debate a una mera cuestión procesal o instrumental, obviando (por torpeza) aspectos verdaderamente trascendentes para la vida de la República.-
Desde el principio y hasta hoy, los actores políticos han propiciado un verdadero duelo de hinchadas, tomando partido a favor o en contra de potenciales candidatos a la reelección, calificándolos o descalificándolos, según sus simpatías personales o partidarias, dejando en evidencia – una vez más – la perversa práctica de procurar la adecuación de las normas en beneficio o perjuicio de determinadas personas, sin que para nada les importe el impacto favorable o desfavorable que con ello pueda producirse en la salud del sistema democrático o del modelo Republicano.-
Ningún proyecto de modificación del régimen legal del mandato presidencial se ha presentado o debatido. Como todo argumento a favor se ha dicho que cinco años son insuficientes para que un buen gobierno desarrolle sus proyectos, pero nadie siquiera ha insinuado cuanto tiempo sería suficiente para ello.-
Si el problema se redujera a este aspecto, es decir, a la duración del mandato y a la permanencia o no, por un periodo más, de un Gobierno que ha hecho bien las tareas, la discusión debiera iniciarse y orientarse a la redefinición completa y absoluta del periodo presidencial, comenzando por reducirlo a cuatro años, al igual que está establecido en la mayoría de los países de la región, que siguen el modelo Constitucional Norteamericano.-
Ello permitiría que nos libremos más rápidamente de Presidentes incapaces, sin necesidad de recurrir a procedimientos de excepción, como lo es el Juicio Político, para poner fin a sus Gobiernos, y – al mismo tiempo – admitiría la reelección de quien tuvo una buena gestión, extendiendo nada más que por tres años, el periodo que hoy establece nuestra Constitución.-
Este tipo de cuestiones son mucho más importantes que el debate chato y mediocre que se ha instalado: Cartes si o Cartes no (o Duarte Frutos, o Lugo). Este no es un punto trascendente, ni con ellos se agota, pues si el proyecto reeleccionista no prospera hoy, cobrará de nuevo fuerza con el próximo Gobierno, y la historia habrá de repetirse.-
Cartes, Lugo y Duarte Frutos, son nada más que los nombres de quienes (hoy) son potenciales candidatos a la reelección, pero en estas circunstancias, cuando de definir o re-definir el modelo Republicano que queremos para nuestro país, debemos dejar de discutir personas y dedicarnos a discutir ideas.-
Es hora de que asumamos con seriedad el debate, pues como dijo Eleanor Roosevel (Primera Dama estadounidense , esposa del Presidente Franklin Delano Roosevel) “Las grandes mentes discuten ideas, las mentes medianas discuten acontecimientos, las pequeñas mentes discuten a la gente”.-
No me agrada la reelección de ningún Presidente, ni soy partidario de ella, por el contrario, estoy en contra, sea por la vía de la enmienda o la reforma, pero creo firmemente que debemos dejar los discursos de barricada, los debates estériles, los argumentos ad hominem, y comenzar a discutir ideas, mirando más allá de nuestras narices para definir qué modelo de República y qué régimen Constitucional queremos dejar a nuestros hijos y nietos. Creo que, después de mucho, es hora de hablar claro y seriamente sobre ello.-
Jorge Rubén Vasconsellos