Quien nada debe… no puede ser molestado por la Policía

 

A pesar de ser un hecho que ya ha pasado a formar parte de la vida cotidiana, no deja de sorprenderme e indignarme la brutalidad de la mayoría de nuestros “agentes del orden”, pero indignación y sorpresa aún mayor provocan aquellos que – desde su condición de ciudadanos – justifican y alientan este tipo de atropellos, contra sus derechos, derechos que tenemos todos, por el solo hecho de ser humanos.-

 

Un par de días atrás, se hizo noticia  la conducta de Agentes de la Policía Nacional, que sin algún motivo que justifique su proceder, más que una deficiente formación académica y la ausencia de orientación en valores democráticos, en horas de la noche interceptaron a un par de jóvenes en las calles del centro de Asunción, para exigirles la presentación de sus documentos identificatorios.-

 

Uno de ellos (aparentemente menor de edad), no lo llevaba consigo, y otro, de nacionalidad argentina, reclamó se le informe las razones del singular procedimiento, y registro el hecho grabándolo desde su teléfono celular.-

 

La respuesta policial no se hizo esperar, en medio de insultos y expresiones xenófobas, lo “redujeron” a la fuerza, tirándolo al piso a fin de esposarlo.-

 

Requerido por la prensa, el titular de la unidad policial responsable pretendió minimizar los acontecimientos y desnudó con total brutalidad su incapacidad para ejercer mando en un Estado Democrático y Republicano, afirmando: “Es un procedimiento normal que se hace por prevención más en horarios nocturnos”, para agregar más adelante: “Si había una colaboración terminaba fácilmente y no surgía ningún problema. Pedimos a los ciudadanos que en horario nocturno cuenten con sus identidades. No tenemos bola de cristal para saber quién es el bueno o el malo y en la zona céntrica solemos detener hasta a 15 personas con orden de captura”.-

 

Anunció también que los intervinientes serían puestos a disposición de la “Justicia Policial”, para que los Agentes brinden su versión y se les aplique la sanción que corresponda, como si tal fuera el camino a seguir.

 

¿Qué podría resolver Justicia Policial respecto a un procedimiento arbitrario e ilegal que desde la más alta jerarquía se impone como “método de prevención”???

 

Ni siquiera hace falta ser Abogado para entender la diferencia entre prevención y represión, apenas basta conocer (medianamente bien) la lengua española. La excusa utilizada como justificación de estos procedimientos es que buscan cumplir con órdenes de detención o prisión, dictadas por las autoridades judiciales, y entonces ¿Qué tiene de prevención la detención de requeridos por la Justicia? ¿Eso – acaso – no es represión?

 

Salvo que el Comisario Rosendo Gonzalez, Jefe de la Policía Urbana Especializada se haya tomado el trabajo de corregir el Diccionario de la Lengua Española, en todas las regiones de habla hispana, reprimir sigue siendo: “…Acto, o conjunto de actos, ordinariamente desde el poder, para contener, detener o castigar con violencia actuaciones políticas o sociales….”.-

 

Pero que Gonzalez u otros sigan con el mismo discurso autoritario y desconozcan que “…La conducta de las personas, en tanto no afecte al orden público establecido en la Ley o a los derechos de terceros, está exenta de la autoridad pública…”  (Art. 33 C.N.) no es cosa nueva. Posiblemente llevará mucho tiempo hasta que entiendan lo que significa el régimen de libertades que la Ley Suprema de la Nación establece y garantiza para todos los habitantes de la República.-

 

Lo preocupante es la inacción de los “Representantes de la Sociedad”. Ningún Agente Fiscal inició una investigación contra los responsables del hecho punible perpetrado en perjuicio de los jóvenes.-

 

El Ministerio Público comparte las barbaridades que proclama el Comisario Gonzalez, y no solamente comparte, sino que pretende convalidar este tipo de actuaciones, participando – en muchas oportunidades – en operativos similares. No podemos olvidar la última hazaña del Fiscal Imas, quien el 1 de noviembre de 2015, participó del “control aleatorio” que terminó con la vida del joven Miguel Ángel Marín Alvarenga, víctima de un “disparo intimidatorio”, efectuado por el subcomisario Mariano Sosa, sobre cuyo juzgamiento nunca tuvimos noticias, aunque después de aquel criminal episodio Blas Imas, bajó la intensidad de su campaña mediática y se llamó a silencio.-

 

Merece – también -  preocupación, la actitud de la sociedad, que pronunciándose sobre el hecho por las redes sociales, justifican la acción policial con afirmaciones tales como “el que nada debe, nada teme” o “si presentaban sus documentos nada hubiera pasado”, y comentarios de igual naturaleza, que incluyen comparaciones con la forma de proceder de la Policía en otros países.-

 

No voy a contradecir esto último con aquella expresión popular que dice: “Mal de muchos, consuelo de tontos”, ni a responder aquello que “el que nada debe..”, señalándoles que aquel que nada debe, no debe ser molestado por las autoridades.-

 

Quienes se ponen en el papel de defensores de la inconducta policial, de la violación de la Constitución, del desconocimiento de nuestros derechos, les recuerdo que el documento de identidad es derecho del ciudadano y obligación del Estado; no a la inversa. Es un instrumento de identificación para realizar trámites administrativos, transacciones comerciales, actos jurídicos o ingresar y salir del país. No es un “salvoconducto o “…Documento expedido por una autoridad para que quien lo lleva pueda transitar sin riesgo por donde aquella es reconocida…”. Eso sería propio de un país en estado de guerra, bajo Estado de Sitio o “toque de queda”, y ninguna de esas condiciones se registra en el Paraguay.-

 

No necesitamos de una Cédula de Identidad que nos autorice a transitar de un lugar a otro de la República. Nuestra condición libres nos otorga tal derecho, y esto – además – está reconocido y garantizado por la Constitución Nacional.-

 

A aquellos, que defienden la arbitrariedad policial apenas dedicaré lo que señalaba hace más de doscientos años uno de los fundadores de los Estados Unidos de América: “Aquellos que cederían la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad. (Benjamín Franklin).-

 

Jorge Rubén Vasconsellos