Reforma de la Constitución, más de lo mismo

 

Si intentáramos hacer un recuento de los intentos por instalar el debate sobre la “necesidad” de reformar nuestra Constitución Nacional, posiblemente tendríamos que remontarnos a poco tiempo después de su redacción.-

 

Desde el 20 de junio de 1992, fecha en que  quedó sancionada, fueron manifestadas críticas y descalificaciones de contenido pseudo-jurídico, y – tal vez – de no ser por las cláusulas que establecían plazos mínimos para reformarla o enmendarla, la Constitución habría corrido la misma suerte que muchas de nuestras leyes, sistemáticamente postergadas, modificadas o derogadas, aún antes de entrar en vigencia.-

 

Los planteamientos más “serios” se registraron durante los gobiernos de Duarte Frutos y Lugo, para reinstalar la reelección presidencial en nuestro país.-

 

Sectores políticos alegaban que, ello resultaba necesario para “premiar” una buena gestión de gobierno; que el plazo de cinco años resultaba exiguo para concretar proyectos de largo alcance; que en la mayoría de los países la formula se aplicaba con éxito, y varias otras razones más.-

 

Frente a aquellos, otros sostenían que debíamos recordar la historia reciente, que no era el momento oportuno, e inclusive había quienes reconocían la necesidad de restablecer la reelección, pero, en beneficio de quien asumiera en el siguiente periodo presidencial, excluyendo a quien ocupara el cargo en ese momento.-

 

Han pretendido seducir al actual Presidente, con los mismos cantos de sirena, y Cartes, en más de una oportunidad, manifestó no tener interés en ello.-

 

Y, a pesar de esto, la pretensión de modificar la Constitución no ha cesado, apuntando ahora a reformar el sistema de justicia, ensayando todo tipo de propuestas, con el alegado propósito de buscar su mejoramiento.-

 

El discurso se volvió atractivo cuando se arropó con proyectos de renovación de un Poder Judicial ineficiente e ineficaz, integrado por una mayoría carente de calidad moral y condiciones intelectuales.-

 

Pero, debemos ser cautos. La reforma del Poder Judicial no pasa por la mágica fórmula de declarar la vacancia de cargos de la Corte Suprema de Justicia, o la modificación de su estructura.-

 

No lo será la creación de un Tribunal Constitucional, ni de un Consejo General del Poder Judicial que se encargue de las cuestiones administrativas, para que la Corte tenga como única función tramitar procesos y dictar sentencias.-

 

Tampoco lo será las reformas cosméticas que se proyecta para el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados.-

 

Se requiere mucho más. Se necesita de un cambio radical, que incluya la participación social en un sistema republicano, mediante la instauración de los Juicios por Jurado, en los cuales, los Jueces se limitan a ordenar y dirigir el debate e imponer sanciones conforme el veredicto dictado por la sociedad constituida en Jurado.-

 

Se necesita que se extirpe del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados la estructura de representación corporativa, y tanto Jueces como Fiscales, sean sometidos a procesos ante la sociedad en cuyo nombre administran justicia.-

 

Es necesario que al Consejo de la Magistratura se le establezcan límites claros y precisos, que le impidan proclamar la candidatura, a postulantes cuyo historial académico universitario refleja una absoluta carencia de preparación intelectual.-

 

Solo hace unos días, la Corte Suprema de Justicia designó como Juez de Primera Instancia a una Abogada cuyo curriculum registra, nada menos, que catorce aplazas, siendo estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción, y que apenas cuatro años después de su egreso, obtiene un Doctorado otorgado por la Universidad Privada del Guairá.-

 

Ante el escándalo mediático producido por el nombramiento, el Presidente del Consejo de la Magistratura pidió “…no evaluar el comienzo de las personas sino el final…”, para justificar su selección y nombramiento, pero olvidó que la evaluación final de la labor de un Magistrado con 2,16 de promedio en sus calificaciones reposará sobre las espaldas de la sociedad que tenga la desgracia de litigar en el Juzgado a su cargo.-

 

Al Presidente del Consejo debe constar que la mayoría de los Magistrados designados por concursos organizados por esa Institución, no ostentan mejor historial académico, y los “resultados finales” de sus gestiones, están a la vista.-

 

La degradación del sistema de justicia, es consecuencia de la concurrencia de varios factores, pero fundamentalmente de su diseño Monárquico y  Medieval, de un sistema de designación y remoción de Magistrados funcional a los intereses corporativos representados en los órganos encargados de dicha tarea, y – sin duda alguna - de la calidad humana, moral e intelectual de sus integrantes.-

 

Para soñar con un sistema judicial mejor, debemos necesariamente plantearnos proyectos serios de reforma, que aseguren a la sociedad su participación efectiva en la administración de justicia, como igualmente en la designación y remoción de Fiscales y Magistrados.-

 

Hasta tanto no se presenten los proyectos, y se desarrolle un debate amplio entre todos los sectores sociales y políticos, la ciudadanía no debe acompañar cualquier intento de reforma Constitucional, porque – de seguro – solo servirá para que se perpetúe el sistema, resultando más de lo mismo.-

 

Jorge Ruben Vasconsellos