Esconder limpiavidrios bajo la alfombra
Quien haya transitado por nuestra Capital, y
por varias otras ciudades de la República, habrá contemplado en las esquinas de
cada calle o avenida transitada, un paisaje poblado de desposeídos, haciendo
labores de limpiavidrios, vendedores ambulantes, malabaristas, e inclusive
otros, que sencillamente se limitan a procurar algunas monedas, o asumen la
“función de cuida-coches”.-
En alguno de los casos, basta la negativa del
conductor (o su acompañante) requerido por alguno de estos, para que aquellos
desistan y busquen nuevos objetivos, pero en otros, genera reacciones de todo
tipo, llegando inclusive a la violencia.-
Violencia verbal o material, injustificada,
protagonizada por el limpiavidrios que no acepta el rechazo del conductor, o
por éste que se ve avasallado por aquel.-
Lo cierto y concreto es que en cada esquina, o
en cada calle habitada por limpiavidrios, cuida-coches, vendedores,
malabaristas o mendigos, existe la posibilidad de que se genere violencia.-
Las Instituciones Nacionales y Municipales no
han dado respuesta oportuna y eficiente al problema, lo que ha desencadenado la
proliferación de este tipo de actividades, provocando el hartazgo de la
sociedad, sobre todo de los conductores de automóviles, y en especial, las
mujeres, quienes se sienten más vulnerables ante estas situaciones.-
La sociedad, reclama soluciones verdaderas y
duraderas, pero – se ha visto – las autoridades carecen de las más mínimas
condiciones para resolver el problema.-
Los Municipios de Asunción y San Lorenzo, han ilegalizado
a los limpiavidrios prohibiendo el desarrollo de tales labores en sus calles,
como si bastara con ello, como si esa fuera la solución mágica para resolver la
situación provocada por la falta de oportunidades laborales, por la ausencia de
adecuados programas de educación y capacitación, cuando menos.-
Es evidente que autoridades improvisadas, solo
pueden brindar “soluciones” improvisadas, pues quien adopte este tipo de
decisiones, sin saber siquiera, que resultado se obtuvo cuando reprimió la
vagancia, en el Capítulo “De las faltas y sus penas” del Código Penal del año
1914, no merece otra calificación.-
El Art. 433 de dicho Código, que estuvo vigente
hasta el mes de octubre de 1998, establecía: “…Se reputa vago todo varón de más de diez y ocho años que no tenga
renta, empleo, profesión u oficio lícito de ejercicio actual, que le permita
remediar las necesidades de la vida. No están comprendidos en los límites
determinados por este artículo: 1) Los estudiantes matriculados en cualquier
Instituto de Enseñanza así como los libres que justifiquen haber rendido examen
del curso corriente próximo anterior; 2) Los hijos de padres pudientes, a menos
que sean de conducta desarreglada; 3) Los mayores de sesenta años. Será
considerado vago siquiera justifique tener propiedad o renta, el jugador que
viva exclusivamente dedicado a juegos de azar. El que fuere declarado vago
sufrirá un mes de penitenciaría no siendo sustituible esta pena por la de
multa…”.-
Se supone que las autoridades saben, o por lo
menos, debieran saber, que esta disposición no hizo desaparecer, ni redujo el
número de “vagos”, y asimismo debieran entender que las prohibiciones no
resuelven los problemas sociales, por el contrario aumentan la marginalidad y
empujan al delito.-
Peor aún, si consideramos que la falta de
precisión respecto a las medidas que habrán de adoptarse con aquellos que
infrinjan esta “prohibición”, pues lo único que se promueve así, es la
arbitrariedad, los abusos, los excesos, la ilegalidad y la corrupción de las
“autoridades” encargadas de hacer cumplir la norma.-
Dicho – de paso nada más – la norma de
prohibición fue dictada por Ordenanza Municipal, con lo cual la
individualización de la “autoridad” encargada de hacerla cumplir ha quedado en
un limbo peligroso, pues, la Policía Municipal de Transito, carece de
atribuciones para “retirar” a los infractores, de la vía pública, y la Policía
Nacional, se encuentra imposibilitada de proceder al arresto, demora o
detención (o como quiera llamarse) a los meros infractores de disposiciones
Municipales, pues solo pueden proceder de esta manera, con aquellos que fueren
“…sorprendido en flagrante comisión de
delito que mereciese pena corporal…” (Art. 12 de la Constitución Nacional).
Ni hace falta recordar que el Art. 168 de la misma Ley Fundamental de la
Nación, no le otorga atribución sobre la materia.-
Así las cosas, debemos hacer votos para que el
(mal) ejemplo no se extienda a otros Municipios, o que se extienda a otras
actividades, como la de vendedores ambulantes, malabaristas, mendigos, o cuida-coches.-
La solución de los problemas sociales, no pasan
por la prohibición, sino por la inversión. La concepción de un Estado rico, con
una población pobre debe ser desterrada, y si es auténtica la preocupación de
las autoridades por la suerte de la ciudadanía (sean conductores de automóviles
o limpiavidrios), debieran pensar en excluir a planilleros, amigotes y
correligionarios, de sus nóminas de funcionarios, y comenzar a capacitar a
éstos, para convertirlos en Agentes de Tránsito, que en gran número hacen falta
para ordenar el caos vehicular que padecemos todos los días, o para cualquiera
otra función que resulte necesaria.-
Pero, lo fundamental es que las autoridades
entiendan, de una vez por todas, que la solución del problema no pasa por
esconder a los limpiavidrios debajo de la alfombra.-
Jorge
Rubén Vasconsellos